Los últimos meses han sido difíciles desde que el brote de un nuevo coronavirus fue declarado pandemia a nivel mundial. El mundo ha cambiado. Miles de personas están en confinamiento, enfrentando el reto de la convivencia familiar y adoptando nuevas medidas para mantener su rutina.
Pero ¿qué lecciones se pueden sacar a partir de esta crisis sanitaria? A continuación, algunas cosas “positivas COVID-19” de las que es posible aprender:
Tal vez, la población nunca imaginó que una de las medidas más efectivas para evitar el contagio de una enfermedad tan grave es lavarse las manos. Incluso, muchos desconocían cómo hacerlo adecuadamente, hasta que los mensajes promovidos por organizaciones internacionales comenzaron a propagarse.
Así mismo, otro de los “aprendizajes COVID-19” ha sido descubrir la cantidad de bacterias y virus que pueden albergar artefactos que se usan en la cotidianidad, como la pantalla del teléfono móvil. En este dispositivo, las bacterias pueden ser hasta 10 veces más que las de la tapa del inodoro.
¿Cuál ha sido la lección para muchos? Reconocer la importancia de la higiene personal y del aseo regular de las superficies que se tocan con frecuencia.
Un tema en la palestra de la mayoría de las conversaciones es el cuidado de la salud. Si bien el COVID-19 no afecta de igual manera a todos los grupos de la población, nadie está a salvo de contagiarse. Por ello, la mantención de un estilo saludable cobra relevancia en medio de la crisis sanitaria.
Y lo mejor: con la imposibilidad de salir a parques o gimnasios han surgido las rutinas de ejercicios en casa, sin la necesidad de contar con accesorios especializados.
Además de la actividad física, la necesidad de cocinar en el hogar y en familia ha motivado la preparación de comidas saludables, lo que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) contribuye a fortalecer el sistema inmunológico.
Muchos negocios apuntaban hacia la transformación digital de sus procesos y fomentaban la autogestión. Esta metamorfosis se aceleró con la aparición del COVID-19. Miles de organizaciones adoptaron la modalidad de teletrabajo para garantizar la continuidad de sus operaciones y minimizar los riesgos de contagio. Se estima que en Chile -producto de la crisis- “un 95,3% de las empresas a nivel nacional tienen trabajadores y trabajadoras que se desempeñan en modalidad de teletrabajo”.
Una de las “cosas positivas COVID-19” es que las personas han podido compartir mayor tiempo con sus familiares producto del confinamiento obligatorio. Muchos se han convertido en “profesores” de sus hijos, por lo que se han visto involucrados activamente en la educación de los niños, por ejemplo.
Lo anterior es clave para su desarrollo. De esta manera, no solo pueden conocer sus avances, sino que mejorar la comunicación con ellos, promover el trabajo colaborativo y el vínculo familiar.
Desde el vecino que vende deliciosos postres, hasta los jóvenes matemáticos que ofrecen clases virtuales, diversos emprendimientos han aparecido en estos meses. Muchos han decidido sacarles provecho a sus habilidades para obtener ingresos extras.
Quizás uno de los mayores “aprendizajes COVID-19” es la capacidad de reinventarse que han desarrollado los seres humanos para enfrentar situaciones adversas.
La reducción de personas y autos circulando por las ciudades del mundo ha dejado en evidencia el impacto que tiene el ser humano en el medio ambiente. Calles más limpias, ríos más claros y hasta animales recorriendo las principales vías, han sido otras de las “cosas positivas COVID-19”.
En China, por ejemplo, donde comenzó el brote de esta enfermedad, la Agencia Espacial Europea y las imágenes de un satélite de la NASA, revelaron una disminución de las emisiones de dióxido de nitrógeno.
La disminución de la contaminación gracias a calles descongestionadas ha provocado el surgimiento de una pregunta: ¿cómo se pueden mantener estos índices después de la pandemia? Sin duda, una nueva movilidad es urgente, en donde se priorice transportes alternativos que produzcan poca contaminación, además de proyectos inmobiliarios hiperconectados.
Por otro lado, las smart cities surgen como una necesidad para la aplicación de tecnologías en la ciudad que identifiquen y solucionen los problemas, adaptándose a las necesidades locales de los ciudadanos.
La convivencia familiar en el hogar ha contribuido a que se revaloren los espacios de las viviendas. Una lección importante que se puede sacar post pandemia es la urgencia de contar con viviendas que satisfagan la necesidad de espacio de cada uno de los integrantes de la propiedad y que aumenten su calidad de vida
En definitiva, son muchos los “aprendizajes COVID-19”. Adoptar las medidas de prevención ha representado un reto para muchos. Pero merece la pena valorar las cosas positivas para salir de estas circunstancias fortalecidos.