Ciudad colaborativa: los nuevos desafíos del vivir urbano

Ciudad colaborativa: los nuevos desafíos del vivir urbano

17 · 08 · 20

Las ciudades crecen de forma acelerada, al punto que, según un informe de Deloitte, alrededor de 3 millones de personas se mudan a los centros urbanos cada semana, lo que ha motivado a la gente a comprar departamento en zonas céntricas.

Y, en la medida que se expanden las urbes, enfrentan fuertes desafíos, como cambio climático, desempleo, salud pública, déficit habitacional e infraestructura. Lo anterior hace necesario migrar de la planificación tradicional del desarrollo urbano hacia un modelo de ciudad colaborativa, que ayude a superar esos retos garantizando calidad de vida para todos.

¿En qué consiste una ciudad colaborativa?

En una ciudad de este tipo, contribuyen todos los niveles: de gobierno, el sector privado, la academia, las asociaciones y la ciudadanía en general, para alcanzar objetivos colectivos –mientras se persiguen los propios- y mejorar la metrópoli en todos sus sentidos: infraestructura, operaciones, economía, beneficios comunitarios, etc.

Así las cosas, al pensar en invertir en departamento, resulta prudente hacerlo en una ciudad y sector donde se estén empezando a desarrollar dinámicas de este tipo.

Además, al avanzar en esta dirección se facilitan los cambios sistémicos y la producción de bienes comunes, mientras la urbe se fortalece para enfrentar diferentes contingencias como la actual pandemia de COVID-19.

¿Por qué diseñar ciudad de este tipo es una necesidad en el contexto de la crisis sanitaria?

Una ciudad colaborativa es una ciudad resiliente, capaz de enfrentar y superar los retos y cambios que se presentan de un momento a otro, como la crisis sanitaria que, en marzo de 2020, obligó a más de 100 países a implementar medidas de confinamiento y aislamiento social.

Al respecto, hay que tener presente que esas medidas demostraron que la arquitectura de las viviendas y las oficinas no fue pensada para este tipo de situaciones.

Iluminación natural, más área, ventilación, conexión con espacios abiertos (balcones, patios, etc.), estancias separadas y amortiguación acústica parecen ser algunas de las características que escasean en gran parte de las propiedades actuales. Y que seguro serán consideradas por el inversionista pospandemia al comprar departamento.

En lo relativo a las características que buscará el comprador de inmuebles a futuro al invertir en departamento, también hay que decir que, durante la cuarentena, el espacio público también se está reconfigurando a causa de la ausencia de personas en las calles, la reducción del tráfico y el miedo a los espacios abiertos o demasiados concurridos.

De acuerdo con Ilias Papageorgiou, arquitecto griego reconocido internacionalmente, “hay una ocupación del espacio público que no está relacionada con ninguna actividad comercial. Es simplemente estar en la ciudad“.

La gente, por lo general, no sale a las calles motivada por la actividad comercial o laboral; sale a caminar, realizar tareas esenciales o descansar un poco del encierro. Y en ese sentido, el espacio que se debe usar es el privado y el público, sin que exista intermedios.

Al mismo tiempo, el cuidado mantiene a la gente a la defensiva en lugares abiertos, lo que obliga a repensar el urbanismo de la ciudad.

Hasta el momento, el impacto del COVID-19 en dichos aspectos se ha manifestado en pequeños cambios.

Por ejemplo, en Vilnius -capital de Lituania-, se realizó la apertura de calles cerradas a restaurantes y cafés para que pudieran instalar mesas a distancias apropiadas; o en la ciudad de Nueva York se habilitaron 64 kilómetros de calles peatonales para ampliar el acceso al aire libre lejos de los parques.

Al diseñar ciudad en el futuro inmediato deberá pensarse en estos puntos, así como en evitar la densidad al máximo. Y la colaboración entre ciudadanía, sector privado y gobierno será, sin duda, la mejor solución a dicha necesidad.