Una gestión eficiente de todas las áreas de una ciudad a través de nuevas tecnologías, permitiendo un crecimiento sostenible para mejorar la calidad de vida de sus habitantes: esta es la premisa base en la planificación de las ciudades inteligentes. Y hasta hace poco, parecía que sería el único ideal para el desarrollo urbano del mundo en los próximos años.
Aún más, Chile es considerado en la actualidad como el país latinoamericano más avanzado en la materia (Santiago se encuentra en el primer lugar del ranking en la región).
¿Las razones? Principalmente, la implementación de un plan nacional en 2019 a partir de la experiencia de “Sé Santiago Smart City”, además de la integración del desarrollo de ciudades inteligentes en la Agenda Digital 2020.
Lo anterior, se refleja en la oferta inmobiliaria actual, ya que cada vez es más común encontrar departamentos inteligentes que, por medio de dispositivos tecnológicos, permiten controlar la climatización, iluminación, cortinas, la seguridad, entre otros aspectos.
Sin embargo, la utopía de esta moderna forma de vivir ha mostrado algunas falencias. Se ha evidenciado que las smart cities son demasiado caras, utilizan tecnología estandarizada para ciudades completamente diferentes, no siempre cumplen el principio de sustentabilidad y desaprovechan la gran cantidad de información que recopilan. Es por eso que las sensitive cities vienen a corregir estas imperfecciones.
En palabras simples, son ciudades que apuestan por adaptar las tecnologías a sus requerimientos locales, “sensibilizándolas”. Para ello, es fundamental hacer un estudio de las comunidades y conectar con sus necesidades, llevando a cabo una planificación urbana acorde a cada espacio, en consideración de factores culturales, sociales, psicológicos y económicos.
Por ello, las sensitive cities deben ser capaces de identificar dónde necesitan realmente intervención de la tecnología, garantizando así la sustentabilidad y felicidad en la ciudad. Por ejemplo, medir las emisiones de los vehículos es más útil en ciudades como Santiago o Coyhaique que en Punta Arenas, donde la contaminación ambiental es reducida.
Es así como las viviendas también se adaptan. Departamentos inteligentes y sensibles para familias con niños pequeños deberían privilegiar áreas distintas a las de un matrimonio joven o las de un profesional independiente que vive solo, pues tienen diferentes necesidades.
De esta manera, la tarea de encontrar departamentos nuevos es completamente personalizada y orientada al bienestar del o los compradores.
Las sensitive cities son una realidad en 2020. Hay bastantes ejemplos de ciudades que han decidido adaptar la tecnología a su contexto, facilitando la vida de sus residentes.
El barrio Quayside de Toronto, Canadá, por ejemplo, decidió dar un giro a la actividad industrial que lo caracterizaba y reanimar la vida en comunidad. Después de tener serios problemas con la basura, hoy esos desechos son transportados por tubos subterráneos, para disminuir las emisiones y entregar un paisaje más verde a sus vecinos.
Otro caso es el de Burgos, en donde se implementó una red inteligente de distribución de agua. Esta iniciativa nació debido a que en España el 23% del agua potable consumida no se registra en los medidores. A través de un monitoreo diario, es posible ahorrar innumerables litros y reparar fallas en las tuberías rápidamente.
Bogotá es otra experiencia. La congestión vehicular en la capital colombiana hizo que se crearan los “Autobuses de Tránsito Rápido”, los que ayudan a mejorar el flujo del tráfico y disminuyen drásticamente las emisiones de CO2.
Ya en 2015 expertos estadounidenses hablaban de la necesidad de sensibilizar las ciudades a las necesidades psicológicas de sus habitantes. De hecho, la Unión Europea estima que las ciudades inteligentes deben reenfocarse: centrar sus objetivos en las personas.
La solución está a la vista: las sensitive cities utilizan procesos inteligentes para potenciar la felicidad en la ciudad, y ya están influyendo en la decisión de adquirir departamentos nuevos en Chile que integren características innovadoras y vanguardistas.